domingo, 20 de julio de 2014

Jim Malone: consejos para la espera


Aunque Los intocables de Elliot Ness (1987) puede parecer, a primera vista, una de las películas menos autorales de su director, momentos como el famoso guiño a El acorazado Potemkin (1925) de Sergei M. Eisenstein o el asalto a la casa del personaje de Jim Malone, deudor del prólogo de su anterior Impacto (1981) -que a su vez homenajeaba al Halloween (1978) de Carpenter-, son los ejemplos más explícitos de que el film es puro Brian de Palma. Las actuaciones de todo el reparto -aunque sobresaliendo los más veteranos Robert de niro y Sean Connery-, la excelente partitura de Ennio Morricone -con temas magistrales como el inolvidable leitmotiv principal- y el estupendo guión de David Mamet -que aquí vuelve a indagar en uno de sus temas predilectos: el honor como forma de vida- son otros de los muchos motivos que hacen de la revisión de esta cinta una auténtica delicia para cualquier amante del cine. 

Sin embargo, el motivo más importante para que Los intocables de Elliot Ness (1987) quedara grabada en mi memoria cinéfila para siempre es una escena muy concreta. En ella, Jim Malone -Sean Connery- recorre la habitación en la que los protagonistas esperan a que se produzca un encuentro ilegal en la frontera entre EEUU y Canadá, y va dando consejos a cada uno de sus tres compañeros de equipo: a Elliot Ness -Kevin Costner- le recomienda tener paciencia; a Stone -Andy García- le insta a no seguir revisando su arma; y por último se acerca a Wallace -Charles Martin Smith-, quien parece tener frío, y le dice que golpee el suelo con sus pies, consejo que este último pone de inmediato en práctica. Después, Malone se sienta en una silla a comer algo y la imagen realiza un lento fundido a la siguiente secuencia. 


Aún a día de hoy, cuando noto que el frío me invade el cuerpo -ya sea esperando el autobús o la llegada de algún amigo-, recuerdo de nuevo las palabras de Malone y sigo su consejo. 


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