Hace más de una década que George
Miller ideó el proyecto en su mente, han pasado años desde que comenzó su –complejísimo–
rodaje y las horas de metraje inicial antes de acometer el proceso de montaje se
contaban por centenares, pero ya está aquí la tan ansiada cuarta entrega de la
saga fílmica australiana por excelencia: Mad
Max: Furia en la carretera (2015). Reinvención del mito ‘madmaxiano’ antes
que secuela o precuela oficial de alguno de los capítulos anteriores –a su vez
bastante independientes–, el film ha llegado precedido de una recepción tan abrumadoramente
positiva por parte de la crítica especializada, que las expectativas corrían el
riesgo de estar demasiado altas…
Por suerte, no ha sido así, y ‘Mad
Max 4’ es lo que se esperaba: un auténtico festival de escenas de acción,
paisajes post-apocalípticos y persecuciones automovilísticas, en las que la
sangre, la gasolina, el caos, la decadencia, el feminismo, la belleza, el
heroísmo y la crueldad van la mano en perfecta armonía. Septuagenario de
espíritu casi adolescente, el cineasta australiano dinamita y reinventa el cine
de acción en pleno siglo XXI: a su lado, las escenas de lucha y destrucción de películas
recientes como Vengadores: La era de
Ultrón (2015) –por poner solo un ejemplo– quedan a años luz en lo que se
refiere a planificación, intensidad, duración, ritmo, espectacularidad e imaginería
visual.
Mad Max: Furia en la carretera (2015)
Es quizá lo prodigioso de sus
escenas de acción, lo que provoca que los eventuales momentos de respiro que salpican el metraje y los
derroteros argumentales que va tomando la trama, resulten bastante más
convencionales; el libreto de Mad Max 2,
el guerrero de la carretera (1981), sin ir más lejos, conseguía un mejor
equilibrio entre ambos aspectos. Por su parte, Tom Hardy se revela como una
elección de casting más que acertada,
pero la sombra de esa fuerza de la naturaleza llamada Mel Gibson es demasiado
alargada… Claro que, en última instancia, son detalles casi sin importancia –y mi
opinión personal, como siempre–, si los comparamos con el resto de la propuesta.
La adictiva banda sonora de Junkie
XL, la poderosa interpretación de Charlize Theron –sus miradas son lo mejor de
la cinta–, el apabullante montaje, los efectos de sonido y el sabio uso del CGI
hacen de ella un espectáculo stendhaliano y una cita imprescindible con la gran
pantalla. Mientras la veía solté algún que otro grito, me emocioné al borde de
la lágrima en varias ocasiones y acabé con la camiseta empapada en sudor: no es
algo que me suceda cada vez que voy al cine. PD.: Una última metáfora; Mad Max: Furia en la carretera (2015) no
es heavy metal, sino trash/death/doom/prog/symphonic metal.
Mad Max: Furia en la carretera (2015)
Publicado en La Voz de Almería (22-5-2015)
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