sábado, 28 de noviembre de 2015

'Jessica Jones' decepciona















La semana pasada despedía esta columna anunciando que dedicaría el fin de semana a la nueva serie original de Netflix, Jessica Jones, y así lo hice; claro que lo que prometía ser una entretenida maratón se fue convirtiendo, con el paso de los capítulos, en una tarea más pesada que disfrutable. Las expectativas estaban muy altas, eso es verdad: la primera producción Marvel estrenada por la plataforma, Daredevil, supuso un soplo de aire fresco no solo en el panorama seriéfilo, sino también en el de las producciones audiovisuales sobre superhéroes –que desde hace unos años se han convertido en el pan nuestro de cada día–. Y, en mi opinión… Jessica Jones no ha estado a la altura. 

Compuesta por trece episodios –lo acostumbrado en las series originales de Netflix– y con un reparto encabezado por Krysten Ritter (Breaking Bad), David Tennant (Doctor Who) o Carrie-Anne Moss (Matrix), la nueva apuesta televisiva del imperio Marvel está protagonizada por una investigadora privada con superpoderes –fuerza sobrehumana, capacidad de dar enormes saltos, etc.–, bastantes problemas de actitud y cierta afición a la botella; el personaje original apareció por primera vez en los cómics a finales de 2001 y, por lo que se refiere a su trayectoria televisiva, la idea es que acabe formando equipo junto a Daredevil y otros personajes de la compañía en la futura serie The Defenders.

Jessica Jones (2015)

Jessica Jones tiene una resultona antiheroína como cabeza de cartel, un actor de lo más carismático –Tennant– interpretando al villano, unos créditos iniciales seductores, un leitmotiv musical pegadizo, una factura audiovisual correcta y un primer episodio que deja con ganas de más. Pero también tiene unos cuantos problemas que resultan difíciles de obviar: un guión bastante mejorable, unas escenas de acción algo ramplonas, un plantel de personajes secundarios con poca o ninguna chispa, una trama general que acaba volviéndose repetitiva –centrándose únicamente en uno de los muchos caminos argumentales posibles– y unas cuantas subtramas que acaban pecando de insustanciales.

Inconvenientes, casi todos ellos, que ya estaban presentes en la exitosa Dexter, en cuyas primeras cuatro temporadas trabajó precisamente Melissa Rosenberg, la creadora de Jessica Jones –primero como guionista principal y más tarde como productora ejecutiva–. Las comparaciones son odiosas, pero también muy útiles: al finalizar el segundo episodio de Daredevil, me entraron ganas de aprender artes marciales y dedicarme a luchar contra las injusticias de este mundo; en cambio, al acabar el segundo capítulo de Jessica Jones, lo único en lo que podía pensar era: “ojalá esto mejore”… 

Jessica Jones (2015)

Publicado en La Voz de Almería (27-11-2015) 

sábado, 21 de noviembre de 2015

La mesa del fondo













Hace unos años, allá por 2011, vi casi de casualidad el primer capítulo de una serie estadounidense titulada The Booth at the End, cuya principal novedad era su emisión multiplataforma: los capítulos podían verse casi a la vez en internet, en los dispositivos móviles y a través de la televisión tradicional. En cuanto a su argumento, resultaba muy seductor: un misterioso individuo tiene reservada una mesa al fondo de un restaurante y allí va recibiendo las visitas de diferentes personas; estas últimas le piden un favor, él ojea el cuaderno que tiene sobre la mesa y les encomienda una misión a cambio de concederles el deseo. Por motivos que ahora no recuerdo, solo vi aquel primer capítulo.
Pero hace unas semanas tuve, por fin, la oportunidad de ver la serie al completo: dos temporadas, cinco episodios por temporada y poco más de veinte minutos por episodio; algo más de dos horas que fui viendo a lo largo de un intenso día. Hay quien opina que es una serie que se disfruta mejor poco a poco, quizás ‘administrando’ una dosis por semana, pero en mi caso no pude evitar ir pasando de un capítulo a otro, deseando saber cómo continuaba la trama y qué le ocurriría a sus personajes; además, conforme pasan los episodios se va profundizando –que no necesariamente explicando– más y más en la propia mitología de la serie, lo que hace aún más atractivo y adictivo su visionado.

The Booth at the End (2011-2012)

Los alicientes para darle una oportunidad a The Booth at the End son muchos: la magistral interpretación de Xander Berkeley como el ‘hombre de los deseos’ –es una delicia verle escuchar a sus clientes–, la ambigüedad genérica que recorre buena parte de la trama –¿es un thriller o un relato fantástico?–, su facilidad para entretener al espectador mostrando solo a dos personas hablando –no creo que sea casualidad que su creador y guionista, Christopher Kubasik, hubiera trabajado previamente en la industria de los juegos de rol–, la atmosférica banda sonora, el impecable trabajo de ambientación –dan ganas de sentarse en ese restaurante a tomar un café y un pastel de manzana–; etc.
El desenlace de la segunda temporada, emitido en septiembre de 2012, deja la trama en un punto álgido y ofrece un portentoso cliffhanger muy fiel a la filosofía general de la serie, en el que prima más lo emocional que lo visual o espectacular. Desde entonces, los fans de The Booth at the End se preguntan cuándo llegará una tercera tanda de episodios que, lamentablemente, va pareciendo más improbable a medida que pasa el tiempo; pero no perdamos la esperanza… PD.: Este fin de semana toca maratón de Jessica Jones; y el viernes próximo, en esta misma columna, la correspondiente reseña. 

The Booth at the End (2011-2012)

Publicado en La Voz de Almería (20-11-2015)

sábado, 14 de noviembre de 2015

'Spectre' y el aburrimiento


Recuerdo perfectamente el día que vi Goldeneye (1995) en el cine; fue en la imponente y añorada Sala 4 de los Cines Imperial de la capital almeriense y, si no me falla la memoria, aquello estaba hasta la bandera. Era mi primera película ‘Bond’ en pantalla grande y no sé si por aquel entonces había visto ya alguna otra entrega del agente secreto: quizás alguna de las protagonizadas por Connery o Moore, por televisión –y en Canal Sur, concretamente–. Hoy en día mi opinión sobre la película ha cambiado bastante, pero aquella tarde de diciembre, tras ver la secuencia pre-créditos y a 007 capturando una avioneta en pleno vuelo, pensé que aquello era lo más emocionante que habían contemplado mis ojos.

Tras Goldeneye (1995) vinieron las decepciones: El mañana nunca muere (1997) –de nuevo en la Sala 4– me pareció entretenida, pero tras Mission: Impossible (1996) me sabía a poco; El mundo nunca es suficiente (1999) fue la última película ‘Bond’ de Brosnan que vi en el cine –en una de las salas pequeñas de los Imperial–; y Muere otro día (2002) la vi hace unos años por televisión, sin demasiado interés. Al mismo tiempo, fui revisando las anteriores entregas protagonizadas por 007, y tengo que reconocer que, a pesar de que lo considero el mejor James Bond de todos –existen pocos actores más carismáticos–, siempre me he aburrido con las películas encabezadas por Sean Connery.

Goldeneye (1995)

En 2006 llegó Casino Royale, y con ella, la ‘era Daniel Craig’: más presupuesto, más seriedad, menos fantasía, un Bond pre-007 y de nuevo Martin Campebll –Goldeneye– detrás de las cámaras. El metraje era exagerado, pero yo me lo pasé estupendamente en el cine y no me parece casualidad que sea la entrega favorita de una gran parte de los amantes del universo ‘Bond’. Quantum of Solace (2008) bajó el listón, es evidente, pero sus cien minutos se pasan en un suspiro y a quien esto escribe no le importa revisarla de vez en cuando, como entretenimiento puro y duro; no me ocurre lo mismo con Skyfall (2012), bella y referencial hasta decir basta, pero con la que nunca llego a conectar.

Este lunes fui a ver Spectre (2015) –la sala estaba casi vacía, nada que ver con la Fiesta del Cine– y me pasé las casi dos horas y media removiéndome en la butaca, presa del aburrimiento. No soy un experto en la etapa clásica, pero capté todos los homenajes. Y reconozco que la fotografía, las localizaciones y el apartado técnico son espectaculares –ojo a los rumores sobre su presupuesto–. Pero no disfruté con casi ninguna escena de acción –la pre-créditos no me pareció para tanto– y, por primera vez en mucho tiempo, al salir de la sala no estaba contando los días para reencontrarme de nuevo con 007…

Spectre (2015)

Publicado en La Voz de Almería (13-11-2015)

sábado, 7 de noviembre de 2015

La Fiesta del Cine


Aprovechando la segunda Fiesta del Cine de este 2015, ayer nos acercamos al cine a ver Marte (The Martian) en pantalla grande –lo de los títulos de las películas en España es un tema ya muy manido, pero algún día deberíamos dedicarle unos párrafos…–. Las colas para sacar la entrada en taquilla eran, como de costumbre en esta clase de eventos, bastante más largas que de costumbre; me alegró ver allí a un amigo de los de toda la vida, quien me comentó que se disponía a hacer sesión doble y que había acudido al cine también el día anterior. Al salir de la proyección –a eso de las 21:30– pude comprobar que las colas en taquilla eran todavía más numerosas que unas horas antes.   

No me considero un genio de las matemáticas. Y quisiera fiarme de los comunicados de las empresas del gremio, cuando afirman que resultaría inviable bajar los precios de las entradas de forma más regular, y no solo durante la Fiesta del Cine; pero me cuesta mucho. Aun siendo uno de los blockbusters del año, Marte (The Martian) llevaba más de dos semanas en cartelera y lo normal es que en la sala nos hubiéramos encontrado con menos de diez personas; pero casi no había butacas libres, como en el día de estreno de cualquier superproducción. ¿Los motivos? La buena acogida de la película, el evento en sí mismo y… la bajada de precios. Que cada cual saque sus propias conclusiones.

Marte (The Martian) (2015)

Repito que no me considero un genio de las matemáticas. Pero esta vez las estadísticas no fallaron: cuanta más gente en el cine, mayores posibilidades de experimentar esa clase de situaciones que me hacen desear refugiarme para siempre en el salón de mi casa. Para no romper con la tradición, parte de nuestros asientos –numerados– estaban ocupados y conseguimos que el grupo de personas en cuestión se cambiase de sitio –concretamente, un asiento a la derecha–, aunque casi como si nos hicieran un favor… Y, por supuesto, no faltaron los espectadores que, en las filas de delante, no paraban de deslumbrarnos con sus pantallas de móvil, mientras ojeaban la cuenta de Whatsapp.

Quedan solo unas líneas de columna y ustedes se preguntarán ‘¿Pero, y qué te pareció la película?’. Pues lo cierto es que esta es una de las ocasiones –menos de las que podría parecer– en las que debo incorporarme al sentir contracorriente, ya que no me apasionó lo más mínimo y estuve a punto de mirar el reloj en varias ocasiones. Hubo cuatro o cinco momentos aislados –sonrisas, miradas, notas musicales– que despertaron en mí algo de complicidad, pero poco más. Ningún detalle visual a destacar. Ningún plano para la posteridad. PD.: querida Mackenzie Davis, no escuches tu doblaje al español…

Marte (The Martian) (2015)

Publicado en La Voz de Almería (6-11-2015) 

domingo, 1 de noviembre de 2015

Y entonces llegó Netflix


La población cinéfila y/o seriéfila tiene cada día más posibilidades a la hora de visionar las producciones audiovisuales que sean de su agrado: las salas de cine, los videoclubs –aunque a ciertas personas pueda parecerles ciencia-ficción, yo sigo frecuentando el mismo al que iba cuando era pequeño–, las televisiones privadas y públicas, los canales de pago, las plataformas digitales, las redes P2P, los enlaces de streaming y descarga directa que pueblan la web, o los servicios de ‘video bajo demanda’. Este último sector lleva ya años implementándose en España –Wuaki, Filmin, Yomvi, etc.–, pero la llegada del gigante Netflix ha vuelto a poner de actualidad esta modalidad tecnológica.

La empresa estadounidense, que llevaba años anunciando su desembarco en nuestro país –finalmente el día elegido fue el pasado 20 de octubre–, ha decidido iniciar su andadura española ofreciendo un mes de prueba gratis a todo aquel que lo desee: aprovechando esta posibilidad –y sin experiencia previa en canales de pago o servicios de ‘video bajo demanda’–, me puse manos a la obra… El proceso de inscripción fue increíblemente rápido y pocos minutos después ya estaba navegando por el catálogo de la plataforma, apuntando títulos a mi lista de reproducción y, sobre todo, analizando los pros y contras de un servicio que cuenta con casi setenta millones de suscriptores en todo el mundo.   

John Wick (2014)

Aunque sus responsables ya han anunciado que pretenden doblar su tamaño de aquí a un año, el catálogo ‘español’ de Netflix es por ahora bastante más limitado –ronda los mil títulos– que el de otras de sus filiales internacionales. Del mismo modo, no parece ser el producto ideal para aquellas personas cuyo principal objetivo sea estar al día de los principales estrenos de cine o televisión: en lo que se refiere a las series, la compañía no tiene los derechos de casi ninguna de las ‘gigantes’ del medio y se caracteriza por ofrecer temporadas completas –no episodios sueltos–; en cuanto a las películas, casi todas las de su catálogo tienen al menos uno o dos años de antigüedad.  

No obstante, debo reconocer que a mí la plataforma me tiene enamorado: su atractivo y adictivo diseño; los ya famosos ‘20 segundos’ de espera antes de que se reproduzca automáticamente el siguiente episodio de la serie que estás viendo; agradables sorpresas cinematográficas como John Wick (2014) o Creep (2014) –hasta ahora inéditas en el mercado español–; la incuestionable calidad de la gran mayoría de sus series y películas exclusivas; el interesante catálogo de documentales y especiales humorísticos; etc. El tiempo dirá si esto es solo un amor de otoño o una relación para toda la vida…

Creep (2014)

Publicado en La Voz de Almería (30-10-2015)