Hace unos años, allá por 2011, vi
casi de casualidad el primer capítulo de una serie estadounidense titulada The Booth at the End, cuya principal
novedad era su emisión multiplataforma: los capítulos podían verse casi a la
vez en internet, en los dispositivos móviles y a través de la televisión
tradicional. En cuanto a su argumento, resultaba muy seductor: un misterioso
individuo tiene reservada una mesa al fondo de un restaurante y allí va recibiendo
las visitas de diferentes personas; estas últimas le piden un favor, él ojea el
cuaderno que tiene sobre la mesa y les encomienda una misión a cambio de
concederles el deseo. Por motivos que ahora no recuerdo, solo vi aquel primer
capítulo.
Pero hace unas semanas tuve, por
fin, la oportunidad de ver la serie al completo: dos temporadas, cinco
episodios por temporada y poco más de veinte minutos por episodio; algo más de
dos horas que fui viendo a lo largo de un intenso día. Hay quien opina que es
una serie que se disfruta mejor poco a poco, quizás ‘administrando’ una dosis
por semana, pero en mi caso no pude evitar ir pasando de un capítulo a otro,
deseando saber cómo continuaba la trama y qué le ocurriría a sus personajes;
además, conforme pasan los episodios se va profundizando –que no necesariamente
explicando– más y más en la propia mitología de la serie, lo que hace aún más
atractivo y adictivo su visionado.
The Booth at the End (2011-2012)
Los alicientes para darle una
oportunidad a The Booth at the End
son muchos: la magistral interpretación de Xander Berkeley como el ‘hombre de
los deseos’ –es una delicia verle escuchar a sus clientes–, la ambigüedad
genérica que recorre buena parte de la trama –¿es un thriller o un relato fantástico?–, su facilidad para entretener al
espectador mostrando solo a dos personas hablando –no creo que sea casualidad
que su creador y guionista, Christopher Kubasik, hubiera trabajado previamente
en la industria de los juegos de rol–, la atmosférica banda sonora, el
impecable trabajo de ambientación –dan ganas de sentarse en ese restaurante a
tomar un café y un pastel de manzana–; etc.
El desenlace de la segunda
temporada, emitido en septiembre de 2012, deja la trama en un punto álgido y
ofrece un portentoso cliffhanger muy
fiel a la filosofía general de la serie, en el que prima más lo emocional que
lo visual o espectacular. Desde entonces, los fans de The Booth at the End se preguntan cuándo llegará una tercera tanda
de episodios que, lamentablemente, va pareciendo más improbable a medida que
pasa el tiempo; pero no perdamos la esperanza… PD.: Este fin de semana toca
maratón de Jessica Jones; y el
viernes próximo, en esta misma columna, la correspondiente reseña.
The Booth at the End (2011-2012)
Publicado en La Voz de Almería (20-11-2015)
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