domingo, 20 de diciembre de 2015

Hasta siempre, 2015















Suena a tópico, pero es la verdad… ¡cómo pasa el tiempo! Hace exactamente un año, en esta misma columna, sugeríamos unas cuantas ‘películas navideñas’ para ver durante las Fiestas; y justo una semana antes comentábamos las últimas noticias sobre la séptima entrega de La Guerra de las Galaxias, que precisamente hoy llega a los cines españoles –y a los de medio mundo–. ¿Cumplirá las expectativas la película dirigida por J.J. Abrams? ¿Cuántos récords de taquilla batirá? ¿Cuál será la reacción de los fans más acérrimos de la saga? Por mi parte, con que me quite el mal sabor de las dos primeras precuelas –no me quedaron ganas ni de ver La venganza de los Sith–, me conformo…

En las casi veinticinco entregas de este 2015 –el año que viene serán muchas más, dada la nueva periodicidad semanal–, hemos tenido tiempo para hablar de los premios Óscar, de la futura quinta entrega de la saga Alien –ahora mismo en espera–, del sistema de calificación por edades en España, de los blockbusters estrenados durante la época estival, de la llegada de Netflix –¿aún no lo han probado?–, de la última Fiesta del Cine –¿de verdad no compensa bajar un poco los precios el resto del año?–, de series de televisión –por cierto, ya tenemos confirmada la tercera temporada de The Leftovers– o de la competencia entre la pequeña y la gran pantalla. Pero, ¿qué nos deparará el 2016?

Star Wars. El despertar de la fuerza (2015)

En lo que se refiere al cine más comercial y/o hollywoodense, tendremos un poco de todo: remakesPoint Break (Sin límites), ¡Ben-Hur!–, la nueva película de Tarantino –¿qué les parece su título español, Los odiosos ocho?–, secuelas tardías –Mi gran boda griega 2, Independence Day: Resurgence–, nuevos ¿reboots? –Los Cazafantasmas–, los enésimos intentos de Leonardo DiCaprio y Will Smith por ganar el Óscar al mejor actor –El renacido y La verdad duele, respectivamente– o la ya acostumbrada avalancha de cintas basadas en cómics –Deadpool, Batman v. Superman: El amanecer de la justicia, Capitán América: Civil War, X-Men: Apocalipsis, Escuadrón Suicida y un largo etc.

De todo esto y muchas cosas más –los estrenos menos comerciales; las nuevas series y temporadas televisivas; los correspondientes premios o festivales– procuraremos hablar durante los próximos doce meses. De todas formas, puedo aventurar que de lo primero que hablaremos al empezar el nuevo año será, inevitablemente, El despertar de la fuerza –¡en el momento de leer estas líneas más de un lector/a la habrá visto ya!–. Hasta entonces, Felices y cinéfilas Fiestas. PD.: por mi parte, espero poder sacar tiempo para ver, por enésima vez, uno de mis clásicos navideños particulares: Jungla de cristal

Jungla de cristal (1988)

Publicado en La Voz de Almería (18-12-15) 

sábado, 12 de diciembre de 2015

The Leftovers


No tengo reparos en afirmar que la exitosa y polémica Perdidos (2004-2010) fue una de las series más importantes de mi vida: es cierto que su sexta y última temporada me dejó un cierto sabor agridulce –no tanto por las explicaciones ofrecidas o por sus decisiones argumentales, como por la forma de explicitarlas en pantalla–, pero la disfruté como creo que no volveré a disfrutar ninguna otra producción televisiva; la referencia a Perdidos no es gratuita, ya que es uno de sus máximos responsables, el también exitoso y polémico Damon Lindelof –coguionista de films como Prometheus (2012) o Tomorrowland (2015)–, quien está detrás de la serie que hoy comentamos.

Basada en la novela del mismo título y emitida por la prestigiosa cadena HBO, The Leftovers parte de la siguiente premisa: cierto día, y sin motivo aparente, el 2% de la población mundial se desvanece sin dejar rastro; no obstante, el hilo conductor de la serie no es averiguar el auténtico motivo de dicho incidente –Lindelof, quizás escarmentado por su experiencia en Perdidos, dejó claro desde un principio que el espectador nunca lo sabría, y también que habría más preguntas que respuestas–, sino profundizar en las consecuencias psicológicas y sociales que dicha desaparición masiva ha provocado entre la gente y, más concretamente, en la vida de los protagonistas.

Carrie Coon (Nora) en The Leftovers (2014-)

No recuerdo cuál fue mi reacción exacta al ver los primeros episodios de la serie, pero sí que quedé completamente enganchado tras el tercero: titulado ‘Dos barcos y un helicóptero’ y monopolizado por un descomunal Christopher Eccleston –el noveno Doctor Who de la longeva serie británica–, tuvo en mí casi el mismo efecto que el provocado en su día por ‘Expedición’, aquel inolvidable primer episodio de Perdidos protagonizado por el personaje de John Locke. Mi obsesión con The Leftovers fue creciendo a cada capítulo y tras terminar la primera temporada dudé mucho que la segunda pudiera mantener o elevar el listón: cuán equivocado estaba…

Desde hace un tiempo, lo que más busco en cualquier producción audiovisual es que me emocione, y la –por el momento– última temporada de The Leftovers lo ha conseguido con creces: rara es la serie que me sorprende, me estremece y me obliga a secarme las lágrimas tantas veces a lo largo de un mismo episodio… Aficionada a jugar con los límites entre lo real y lo fantástico, apoyada en una prodigiosa banda sonora, y llena de sorpresas argumentales, apasionantes flashbacks y personajes que sufren y se debaten entre la fe y la ciencia, la serie co-creada por Damon Lindelof no es solo su particular obra maestra, sino también una Perdidos 2.0: madura, centrada y mejorada.

Póster de la segunda temporada de The Leftovers (2014-)

Publicado en La Voz de Almería (11-12-15) 

domingo, 6 de diciembre de 2015

Cine VS televisión















Hace unas semanas, manteniendo una conversación con un nuevo amigo cinéfilo, surgió uno de los temas clave en el panorama actual de la ficción audiovisual: desde hace algunos años, parece haber más calidad en muchas series televisivas que en los estrenos cinematográficos de cada fin de semana. Por supuesto, el término ‘calidad’ y su significado están sujetos –por naturaleza– al más amplio debate, y no es menos cierto que, cuando hablamos del séptimo arte, no es lo mismo el último blockbuster hollywoodense que el cine más indie o de autor; pero, en cualquier caso, creo que no es demasiado arriesgado afirmar que, en lo que se refiere al ‘entretenimiento de calidad’, la pequeña pantalla está tomando la delantera a su hermana mayor, a pasos agigantados.

Y es que, aunque me considero cinéfilo por encima de todo –un amante de esas píldoras narrativas y emocionales llamadas ‘películas’–, esta columna bien podría estar dedicada enteramente a la pequeña pantalla y a contar mis últimos descubrimientos televisivos: hace unas semanas hablaba de The Booth at the End; la semana próxima podría hacerlo de Bloodline –tiene muchísimos puntos a destacar, pero ya solo la monumental interpretación de Ben Meldensohn justifica su visionado–; la siguiente semana, de Grace and Frankie –un nuevo Friends maduro e infinitamente más complejo y satisfactorio–; y luego podría seguir con The Fall –nunca la vida cotidiana de un repugnante asesino había sido tan interesante– o Scream –qué ‘mala’ es, tengo que admitirlo, pero qué bien me lo he pasado viendo su primera temporada…

Bloodline  (2015)

Está claro que cada medio tiene sus ‘pros’ y sus ‘contras’ –por denominarlos de algún modo–: la ficción televisiva dispone, por ejemplo, de una mayor cantidad de tiempo para profundizar en sus temáticas y en sus personajes protagonistas; y su más corta duración siempre dará al séptimo arte ese ‘algo’ especial: en sus dos o tres horas de metraje, una película puede ofrecer un mayor rango de situaciones, abrir y cerrar tramas, etc. De igual modo, yo puedo ver una y mil veces No matarás… al vecino (1989), El último Boy Scout (1991) o Amenaza en la sombra (1973) –por nombrar algunas de mis cintas favoritas–, pero no me ocurre lo mismo con la mayoría de mis series favoritas –empezando por los obvios motivos temporales–. ¿Y si lo dejamos en tablas?

PD. La próxima semana toca hablar, irremediablemente, de The Leftovers, que finaliza su segunda temporada este próximo domingo 6 de diciembre: odiada y amada a partes iguales, para quien esto escribe se ha ido convirtiendo en la experiencia audiovisual más absorbente de los dos últimos años.

Grace and Frankie (2015)

Publicado en La Voz de Almería (4-12-15)