No tengo reparos en afirmar que la
exitosa y polémica Perdidos
(2004-2010) fue una de las series más importantes de mi vida: es cierto que su
sexta y última temporada me dejó un cierto sabor agridulce –no tanto por las
explicaciones ofrecidas o por sus decisiones argumentales, como por la forma de
explicitarlas en pantalla–, pero la disfruté como creo que no volveré a
disfrutar ninguna otra producción televisiva; la referencia a Perdidos no es gratuita, ya que es uno
de sus máximos responsables, el también exitoso y polémico Damon Lindelof –coguionista
de films como Prometheus (2012) o Tomorrowland (2015)–, quien está detrás
de la serie que hoy comentamos.
Basada en la novela del mismo
título y emitida por la prestigiosa cadena HBO, The Leftovers parte de la siguiente premisa: cierto día, y sin
motivo aparente, el 2% de la población mundial se desvanece sin dejar rastro;
no obstante, el hilo conductor de la serie no es averiguar el auténtico motivo
de dicho incidente –Lindelof, quizás escarmentado por su experiencia en Perdidos, dejó claro desde un principio
que el espectador nunca lo sabría, y también que habría más preguntas que
respuestas–, sino profundizar en las consecuencias psicológicas y sociales que
dicha desaparición masiva ha provocado entre la gente y, más concretamente, en
la vida de los protagonistas.
Carrie Coon (Nora) en The Leftovers (2014-)
No recuerdo cuál fue mi reacción exacta
al ver los primeros episodios de la serie, pero sí que quedé completamente
enganchado tras el tercero: titulado ‘Dos barcos y un helicóptero’ y
monopolizado por un descomunal Christopher Eccleston –el noveno Doctor Who de
la longeva serie británica–, tuvo en mí casi el mismo efecto que el provocado
en su día por ‘Expedición’, aquel inolvidable primer episodio de Perdidos protagonizado por el personaje
de John Locke. Mi obsesión con The
Leftovers fue creciendo a cada capítulo y tras terminar la primera
temporada dudé mucho que la segunda pudiera mantener o elevar el listón: cuán
equivocado estaba…
Desde hace un tiempo, lo que más
busco en cualquier producción audiovisual es que me emocione, y la –por el
momento– última temporada de The
Leftovers lo ha conseguido con creces: rara es la serie que me sorprende,
me estremece y me obliga a secarme las lágrimas tantas veces a lo largo de un
mismo episodio… Aficionada a jugar con los límites entre lo real y lo
fantástico, apoyada en una prodigiosa banda sonora, y llena de sorpresas
argumentales, apasionantes flashbacks
y personajes que sufren y se debaten entre la fe y la ciencia, la serie
co-creada por Damon Lindelof no es solo su particular obra maestra, sino
también una Perdidos 2.0: madura,
centrada y mejorada.
Póster de la segunda temporada de The Leftovers (2014-)
Publicado en La Voz de Almería (11-12-15)
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