sábado, 27 de febrero de 2016

Deadpool: esta vez sí
















La reciente llegada a los cines de Deadpool (2016) es solo el último capítulo de una largo periplo que comenzó, en cierta forma, el día que se estrenó X-Men orígenes: Lobezno (2009); uno de los aspectos más criticados de aquella cinta -y no fueron pocos- fue la intervención de 'Masacre' -el nombre que recibe 'Deadpool' en los cómics traducidos al castellano-: interpretado ya entonces por Ryan Reynolds, aparecía solo unos pocos minutos y era incapaz de hablar, lo que desató la ira de los fans de un antihéroe cuyo carisma reside, precisamente, en su aplastante desparpajo verbal. Afortunadamente, ahora nos llega una versión mucho más fidedigna del personaje.    

Aunque tenía previsto visionarla en versión original -este es, por encima de todo, el show y el particular tour de force cómico de Reynolds-, acabé viéndola doblada al día siguiente de su estreno en nuestro país, en 'sesión golfa' -a medianoche,  concretamente- y en una sala llena de la primera a la última butaca: a este respecto, creo que el tema de las 'primeras filas' en las salas de cine -¿de verdad se ve algo de lo que ocurre en pantalla en dicha ubicación?- daría, por sí solo, para otra columna... En cualquier caso, lo cierto es que la audiencia -formada, en su inmensa mayoría, por adolescentes y veinteañeros- estaba totalmente entregada y no paró de reír durante todo el metraje, y es que el film -eso no se puede negar- logra conectar con 'su' público desde el minuto uno. 

Imagen promocional de Deadpool (2016)

A pesar de ello -y de su arrollador y, hasta cierto punto inesperado, éxito económico-, no han sido pocos los espectadores y críticos que, aun alabando a su personaje principal y lo resultón de la propuesta, no han dudado en señalar que tanto la trama como el resto de personajes son bastante más ordinarios y aburridos que el propio Deadpool; para otros, en cambio, ahí reside buena parte de la gracia del cómic original: en cómo el sentido de humor a prueba de balas -literalmente-, así como la personalidad metalinguística del protagonista -en permanente conversación con el público-, destacan en medio de una historia que, en otro caso, sería 'una más de superhéroes (o antihéroes)'. 

Por mi parte, no puedo dejar de darles parte de razón a quienes subrayan que Deadpool hace sombra a su propia película, y momentos como el enfrentamiento de Coloso con el personaje de Gina Carano -entre otros- me parecen algo deslucidos, pero al mismo tiempo, soy incapaz de no sentir cariño por un largometraje tan consciente de sí mismo y en el que se rinde homenaje al cine de John Hughes -¡Bueller!-, a la saga iniciada por Venganza (2008) o a esa 'obra maestra' del placer culpable llamada... Cobra (1986). 

Deadpool (2016)


Publicado en La Voz de Almería (26-2-2016)

viernes, 19 de febrero de 2016

Anécdotas de cine


Ay... las salas de cine. Esos lugares en los que, aparte de disfrutar del séptimo arte, el espectador puede ver y vivir todo tipo de historias, más allá de las que tienen lugar en la gran pantalla: confusiones, pequeñas trifulcas, decisiones de última hora, situaciones incómodas, sorpresas inesperadas... No importa si estamos en los multicines del centro comercial más próximo, en una sesión de cineclub o en un festival internacional: en cualquier sala de cine, las anécdotas acechan al amante del séptimo arte cuando éste menos se lo espera; hoy me propongo hacer memoria y contar algunas de las más curiosas que ha vivido quien esto escribe a lo largo de los últimos... veinte años.
Los padres y madres que no parecen saber a qué película llevan a sus hijos y/o hijas darían para hablar largo y tendido. Aún recuerdo como si fuera ayer -por poner solo un ejemplo- el día en que vi a una señora entrar con un niño pequeño a la sala en la que, pocos minutos después, daría comienzo... Malditos bastardos (2009). También andaba algo desorientado -supongo- el padre que, cuando fuimos a ver Watchmen (2009), se sentó detrás nuestro junto a sus dos hijos de corta edad: ¿sabría aquella persona que el largometraje contenía escenas de sexo y alta violencia -incluyendo una violación-?, ¿o pensaría que, por ser 'de superhéroes', iba a ser una historia para 'todos los públicos'? 

Watchmen (2009)

“Es que hemos venido a ver una película infantil. Es normal que se comporten así”. La frase la escuché durante ¡una conversación! entre dos madres, en medio de una sesión de Frozen: El reino del hielo (2013) mientras un grupo de niñas y niños muy pequeños corrían por toda la sala sin prestar casi atención a la trama de la película. Aunque no sé qué es más peligroso: si un grupo de infantes distraídos o... un adulto adicto al whatsapp. “Tu luz molesta mucho”; esta vez fui yo quien pronunció la frase, tras pasar media hora viendo cómo la pantalla del móvil de uno de los espectadores de la fila de delante impedía a mis compañeros de butaca seguir la proyección con normalidad.

Aunque me dejo fuera infinidad de anécdotas -¿quizás para una segunda entrega?-, despediré esta columna contando una de las que suelo reservar para los más íntimos: durante el primer año de instituto, acudí con mi 'pandilla' a la sala 4 de los Cines Imperial para ver Rescate (1996); una compañera de clase algo aburrida se puso a hablar conmigo en mitad de la película y, a los pocos minutos, le cambié el sitio a un amigo mío, más interesado que yo en entablar conversación con ella. Meses más tarde, ellos dos... Bueno, esa es ya otra historia. Hasta la semana que viene, cinéfilos y cinéfilas.

Rescate (1996)

Publicado en La Voz de Almería (19-2-2016)

sábado, 13 de febrero de 2016

Hablemos sobre Stallone

















De niño y adolescente, mi actor favorito era Harrison Ford, y en lo que se refiere al cine de acción 'puro y duro', siempre he sentido debilidad por Bruce Willis -buena parte de culpa la tiene El último Boy Scout (1989), una de mis películas favoritas-. No comencé a profundizar en las filmografías de Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger hasta que cumplí los veinte años: el mítico 'Terminator' puede presumir de haber colaborado con cineastas más prestigiosos que el protagonista de Máximo riesgo (1993), pero a mí me causa más simpatía la figura de Stallone: actor, guionista, director... y un maestro en el arte de la resurrección artística.
Aunque Rocky (1976), Acorralado (1982) y Cop Land (1997) son quizás los títulos más reinvidicables de su carrera, el cinéfago desprejuiciado que llevo dentro clama por gritar a los cuatro vientos mi predilección por 'placeres culpables' como Rocky IV (1985) -¿la mejor secuencia de entrenamiento deportivo de la historia del cine?-, Cobra (1986) -llevo años pensando seriamente en dedicarle un libro-, Demolition Man (1993), Rambo (2008), Los Mercenarios 2 (2012) o Plan de escape (2013), coprotagonizada junto al propio Schwarzenegger -qué gran pareja cinematográfica se perdió el cine de acción ochentero y noventero...  

Creed (2015)

Todo esto viene a cuento -como ya habrán supuesto- por el reciente Globo de Oro al Mejor Actor Secundario que Sylvester Stallone ha recibido por su interpretación en la aplaudida Creed (2015) -a un tiempo remake, reboot, spin-off y séptima entrega de la saga 'Rocky'-, un galardón que la ya casi septuagenaria estrella tiene enormes posibilidades de revalidar durante la próxima ceremonia de los Óscar. Sería el broche perfecto a una filmografía dedicada casi íntegramente al cine de evasión, pero que dio comienzo con las nominaciones al mejor actor principal y al mejor guión original que Stallone recibió por la mítica Rocky (1976) -también nominada como mejor película.

Debo confesar que aún no he tenido la oportunidad de ver Creed (2015); y ello me lleva a hacer otra confesión: desde hace un tiempo, me cuesta mucho escuchar a Stallone doblado al castellano. A pesar de que descubrí mi pasión por el cine gracias al doblaje, y de que -a priori- en el cine de acción la imagen impera sobre la palabra, a día de hoy prefiero escuchar siempre la voz original de Liam Neeson -ya hablé de ella en otra ocasión-, Jackie Chan -lo más divertido de sus films USA-, Arnold Schwarzenneger -con su fortísimo y característico acento austríaco-, Bruce Willis -mucho menos varonil que la de Ramón Langa- o, por supuesto, Sylvester Stallone -al fin y al cabo, su mayor baza expresiva.  

Cobra (1986)

Publicado en La Voz de Almería (12-02-2016) 

sábado, 6 de febrero de 2016

Berberian Sound Studio
















Reconozco que le tenía muchas ganas al segundo largometraje del director y guionista Peter Strickland -mi próximo objetivo será su último trabajo hasta la fecha, The Dukes of Burgundy, uno de los 'miles' de títulos que no tuve tiempo de ver durante el Festival de Sitges 2014-. ¿Una película sobre las problemáticas experiencias de un ingeniero de sonido británico casi cincuentón, envuelto en el proceso de post-doblaje de un film italiano hiperviolento del que no llegamos a ver ninguna imagen -aparte de sus créditos iniciales-? Pónganme media docena al año, por favor.    

Protagonizada por Toby Jones -perfecto en su personaje- y ambientada en una Italia 'atemporal', la trama de Berberian Sound Studio (2011) se desarrolla casi íntegramente en dos únicas localizaciones: el estudio de sonido en el que Gilderoy -Jones- realiza su labor y la habitación en la que descansa por las noches; a su llegada al país del cine giallo el protagonista es recibido casi como un auténtico ídolo, pero con el paso de los días, los cada vez más frecuentes encontronazos con el productor y otros miembros del equipo, así como la extrema violencia de las imágenes con las que debe trabajar, van haciendo mella en él y provocando que empiece a confundir ficción y realidad.         

Póster de Berberian Sound Studio (2011)

El film de Strickland tiene muchos aspectos a destacar -y un desenlace quizás algo anticlimático pero consecuente con su ritmo interno-: uno de los más atrayentes es que nos introduce de lleno en un proceso tan misterioso como fundamental en el mundo del cine: la confección de la banda sonora -la cual incluye no solo la música sino también  los efectos de sonido que acompañan una película-; el progresivo enrarecimiento de la historia -hasta límites desquiciantes-, el impecable apartado técnico y los continuos juegos metacinematográficos son dignos de alabar, pero nada supera el ver a Gilderoy golpeando verduras y frutas maduras para conseguir los sonidos necesarios para ambientar todo tipo de escenas violentas...                               

PD.: para terminar, un pequeño offtopic: es un placer -al menos para un amante del séptimo arte- pasar en coche por Tabernas y comprobar que el mítico desierto sigue respirando cine por los cuatro costados; actualmente, el equipo técnico y artístico de Penny Dreadful se encuentra allí rodando parte de su tercera temporada, y las decenas de caravanas que hay instaladas justo al lado de una de las gasolineras de la zona son buena prueba de ello. La serie de Showtime se une así a Juego de tronos, Assassins Creed, Exodus o Doctor Who en la larga lista de producciones que están ayudando a dar forma a la nueva -y renovada- 'Almería de Cine'.

Imagen promocional de Penny Dreadful


Publicado en La Voz de Almería (5-2-2016)