“He
vuelto a Madrid y Barcelona, pero no a Almería. Allí no había nada. Recuerdo
que teníamos que coger un tren de la capital que nunca pasaba. Eran el fin de
una España poco poblada aún. Eso sí, su gente era extraordinaria, magnífica,
verdadera, amable, sensata, simpática, única”. Bud
Spencer -el nombre artístico de Carlo Pedersoli- pronunció estas palabras en
2015, durante una entrevista promocional de su cuarto libro, Lasciatemi Passare (‘Déjenme pasar’). El
actor, fallecido este pasado lunes, rodó en nuestra provincia títulos como Dios perdona… ¡Yo no! (1967), Los cuatro truhanes (1968), La colina de las botas (1969) o Una razón para vivir y una para morir
(1972).
En este sentido, en los últimos
días no han sido pocas las personas que han expresado su tristeza, no solo por
la noticia de su desaparición -a los 86 años-, sino también porque la eterna
pareja cinematográfica de Terence Hill -junto al que rodó ¡dieciocho películas!,
varias de ellas en tierras almerienses- no recibiera nunca un homenaje por
parte de ninguna institución o festival de cine de la provincia. En cualquier
caso -y como solemos apuntar en esta columna-, la lista de personalidades
cinematográficas de primer nivel que ha trabajado alguna vez en esta ‘Tierra de
Cine’ llamada Almería es tan larga que necesitaríamos de un certamen mensual
para homenajearlas debidamente a todas.
El Sheriff y el pequeño extraterrestre (1979)
Por mi parte, confieso que cuando
me enteré del fallecimiento de Bud Spencer, no me vinieron a la mente tanto sus
colaboraciones con Hill -aunque tengo un gran recuerdo de su último proyecto
juntos, Y en Nochebuena… ¡Se armó el
Belén! (1994), que pude ver hace unos años por Navidad-, como algunas de
sus películas en solitario: El Sheriff y
el extraterrestre (1979), por ejemplo, que solía ver de pequeño y de la que
solo recuerdo que tenía varios momentos lacrimógenos; más reciente tengo El super ‘poli’ (1973), la primera
entrega de la saga protagonizada por el inspector ‘Zapatones’, y la cual
disfruté bastante durante una de esas gripes que te envían al sofá durante
varios días seguidos.
También me he acordado estos días
de Banana Joe (1982), cuya crítica a
la burocracia no tiene nada que envidiar a la ‘forma A-38’ de Las doce pruebas de Axtérix (1976)
-cuántos recuerdos de infancia…-, o incluso de Cuatro moscas sobre terciopelo gris (1972), el último giallo de la ‘trilogía animal’ de Dario
Argento, donde el actor daba vida a uno de los personajes más carismáticos de
la historia -a pesar de aparecer en solo unas pocas escenas-. En definitiva,
adiós al rey de las bofetadas, al eterno compañero de Terence Hill y, sobre
todo, a un referente para varias generaciones de espectadores.
Cuatro moscas sobre terciopelo gris (1972)
Publicado en La Voz de Almería (1-7-2016)
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